Entre los seis nuevos cardenales que creará Benedicto XVI está también el arzobispo de Bogotá
Andrés Beltramo Alvarez
Ciudad del Vaticano
Ciudad del Vaticano
Colombia tendrá un nuevo cardenal. Una cita que viene casi como un regalo para un país que quiere redescubrir la paz después de un largo conflicto interno de más de 50 años. Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), recibirá la púrpura, el 24 de noviembre.
Nacido 22 de septiembre 1942, el futuro cardenal hizo sus primeros estudios de filosofía en el seminario de Ibagué. Se licenció en Teología Dogmática en la Pontificia Universidad Gregoriana y obtuvo la licenciatura en Sagrada Escritura en el Pontificio Instituto Bíblico, en Roma.
Ordenado sacerdote 20 de mayo 1967, durante su ministerio fue pastor, profesor en el seminario, director del Departamento de Pastoral Social de la CEC y vicario de pastoral. El 11 de febrero de 1992, Juan Pablo II lo nombró Obispo de Cúcuta, el 18 de marzo de 1999 fue nombrado arzobispo de Barranquilla y el 8 de julio de 2010 Benedicto XVI lo transfirió a la sede metropolitana de Bogotá.
De carácter afable y sencillo, es el único latinoamericano en el próximo consistorio. Tuvo que esperar hasta que su predecesor en la sede de Bogotá, Pedro Rubiano Sáenz, estuviera celebrando su octagésimo cumpleaños (que tuvo lugar el 13 de septiembre del año pasado), cuando el arzobispo emérito dejaría de ser un elector. Así, no había nada que impidiera la creación de un nuevo "príncipe de la Iglesia" en Colombia. El otro cardenal de la misma nacionalidad es Darío Castrillón Hoyos, ex prefecto de la Congregación para el Clero, ahora jubilado.
La Iglesia de Colombia recibirá este nuevo capello cardinalicio mientras se enfrenta a retos diferentes. El primero es el problema de secularización en el país: la pérdida de la fe de los católicos es la principal preocupación que los obispos han presentado al papa en septiembre, durante su visita "ad limina".
Además, existen negociaciones entre el gobierno y la guerrilla de las FARC, que en su inicio en Oslo dejó más incógnitas que certezas. Un diálogo que la Iglesia apoya, a pesar de no tener el papel de mediador oficial. Los fieles de Colombia puede recibir también otro regalo: la canonización de la beata Laura Montoya, cuyo juicio está en la etapa final. Si todo va bien, será la primera santa colombiana.
Nacido 22 de septiembre 1942, el futuro cardenal hizo sus primeros estudios de filosofía en el seminario de Ibagué. Se licenció en Teología Dogmática en la Pontificia Universidad Gregoriana y obtuvo la licenciatura en Sagrada Escritura en el Pontificio Instituto Bíblico, en Roma.
Ordenado sacerdote 20 de mayo 1967, durante su ministerio fue pastor, profesor en el seminario, director del Departamento de Pastoral Social de la CEC y vicario de pastoral. El 11 de febrero de 1992, Juan Pablo II lo nombró Obispo de Cúcuta, el 18 de marzo de 1999 fue nombrado arzobispo de Barranquilla y el 8 de julio de 2010 Benedicto XVI lo transfirió a la sede metropolitana de Bogotá.
De carácter afable y sencillo, es el único latinoamericano en el próximo consistorio. Tuvo que esperar hasta que su predecesor en la sede de Bogotá, Pedro Rubiano Sáenz, estuviera celebrando su octagésimo cumpleaños (que tuvo lugar el 13 de septiembre del año pasado), cuando el arzobispo emérito dejaría de ser un elector. Así, no había nada que impidiera la creación de un nuevo "príncipe de la Iglesia" en Colombia. El otro cardenal de la misma nacionalidad es Darío Castrillón Hoyos, ex prefecto de la Congregación para el Clero, ahora jubilado.
La Iglesia de Colombia recibirá este nuevo capello cardinalicio mientras se enfrenta a retos diferentes. El primero es el problema de secularización en el país: la pérdida de la fe de los católicos es la principal preocupación que los obispos han presentado al papa en septiembre, durante su visita "ad limina".
Además, existen negociaciones entre el gobierno y la guerrilla de las FARC, que en su inicio en Oslo dejó más incógnitas que certezas. Un diálogo que la Iglesia apoya, a pesar de no tener el papel de mediador oficial. Los fieles de Colombia puede recibir también otro regalo: la canonización de la beata Laura Montoya, cuyo juicio está en la etapa final. Si todo va bien, será la primera santa colombiana.
Fuente: http://vaticaninsider.lastampa.it/nel-mondo/
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